Aristóteles, el gran filósofo de la antigüedad (384-322 a.C.)

Aristóteles ha sido un pensador prolífico que ha tratado una gran variedad de temas por lo cual demandaría un trabajo investigativo demasiado extenso para abarcar todo su pensamiento y más extenso aun para poder exponerlo en este blog. De allí la necesidad de realizar un recorte eligiendo, a mi entender, los puntos centrales de su pensamiento.

Nacido en Estagira, Macedonia, actual Grecia, fue discípulo de Platón y maestro de Alejandro Magno. Fue además fundador del Liceo, una escuela de filosofía construida cerca del templo de Apolo Licio, por eso su nombre. A diferencia de la Academia platónica, el Liceo se centró más en la ciencia empírica y no tanto en el estudio de las ideas y del mundo ideal.

El conjunto de las obras aristotélicas se las conoce como Corpus Aristotelicum. Sus obras se perdieron para el mundo occidental durante la edad media, y fueron recuperadas alrededor de los siglos XI y XII de la era cristiana de la mano de los musulmanes.

A diferencia de Platón, Aristóteles se interesó más por los fenómenos y las ciencias empíricas que por las matemáticas. El espíritu científico de Aristóteles llevaría a una sistematización de los conocimientos y de la ciencia y a una diferenciación de los métodos de las distintas ciencias según su objeto de estudio.

Aristóteles va a dividir las ciencias en: Teóricas, es decir, aquellas que buscan el saber por sí mismas; Prácticas, aquellas que buscan el saber para lograr la perfección moral del hombre; y Creadoras o Técnicas, aquellas que buscan el saber en vistas  a un hacer.

De esta manera va a postular como ciencia teórica a la Metafísica o Filosofía Primera. La metafísica es la ciencia que se ocupa de las realidades que están por encima de la realidad física. Metafísica significa más allá de la física y trataría los fundamentos de la realidad. Aristóteles da en distintas partes de sus escritos cuatro definiciones de lo que es esta ciencia. En primer lugar, es la ciencia que investiga las causas y principios primeros; es además la ciencia que examina el Ser el cuanto Ser; en tercer lugar, es la ciencia que analiza la substancia; y finalmente es la ciencia que indaga a dios y a la substancia suprasensible.

Para Aristóteles van a existir cuatro causas en la realidad. La causa formal, es decir, la idea o esencia; la causa material, en otras palabras, aquello de lo cual surge algo; la causa eficiente o motora, que se correspondería con el principio de cambio; y por último la causa final, es decir, el fin hacia el que tiende a ser la cosa.

El Ser posee múltiples significados y no solo uno. El Ser es substancia o accidente de la substancia o actividad de la substancia. De esta forma es posible agrupar los significados del término Ser en cuatro grupos: el Ser como categoría; el Ser como acto y potencia; el Ser como accidente; y el Ser como lo verdadero.

Como categoría el ser se expresa, valga la redundancia, en diez categorías. Estas son: Substancia o esencia, cualidad, cantidad, relación, acción, pasión, lugar, tiempo, tener y llevar, estar. Solo la primera categoría posee substancia autónoma y las demás la presuponen. La potencia y el acto se dan en todas las categorías. Ahora bien, el ser accidental es un ser casual, contingente. En otras palabras es un modo de ser que depende de otro ser para existir como las categorías dependen de la categoría de substancia. Llegamos entonces al ser como verdadero. Esto es lo propio de la inteligencia humana y va a ser la lógica la que se va a ocupar de estudiar este tipo de ser, mientras que la metafísica se encargará de estudiar los dos primeros grupos de significados, a saber, el del ser como categoría y como potencia y acto.

Aristóteles va a decir que la Materia es el principio constitutivo de las realidades sensibles. Es el substrato de la forma. Es potencialidad indeterminada, es decir, es pura posibilidad. La Forma, a diferencia de la materia, es el principio que determina, actualiza y realiza a la materia, constituyendo aquello que la cosa es, su esencia. La forma es la substancia en pleno derecho. Materia y forma son un compuesto que también es substancia porque reúne la substancialidad del principio material y del principio formal que constituyen una cosa.

El Acto posee absoluta prioridad y superioridad sobre la potencia porque constituye el modo de ser de las substancias eternas. El acto es actualidad, es algo que ya es, mientras que la potencia es algo que todavía no es, es posibilidad.

Las substancias son realidades primeras en el sentido de que todos los demás modos de ser dependen de ella. Dios es un principio eterno, inmóvil, acto puro y espiritual, indeterminado, indivisible e inalterable. Físicamente hablando es el Primer motor. Metafísicamente hablando es pensamiento que se piensa a sí mismo. Dios se piensa a sí mismo y no al mundo y a los hombres ya que estos son imperfectos y mutables. Este absoluto, a diferencia del Dios judeo-cristiano, no ha creado el mundo. No olvidemos la inmanencia griega. Dios es objeto de amor pero no ama. Es impensable que el absoluto ame algo distinto de él mismo. El amor es una tendencia a poseer algo de lo cual se carece y dios no carece de nada justamente porque es dios. A su vez es inteligencia pura e impasible por lo cual no ama.

Las ideas o formas son la trama inteligible de lo sensible. La segunda ciencia teórica para Aristóteles es la Física o Filosofía Segunda. La física es la ciencia que investiga la substancia sensible caracterizada por el movimiento. El movimiento para este pensador griego es el pasaje o cambio del ser en potencia al ser en acto. Ahora bien, según las primeras cuatro categorías el cambio puede ser: según la substancia, que correspondería a la generación y corrupción de las cosas; según la cualidad, correspondiente a la alteración de las cosas; según la cantidad, significando el aumento y la disminución en las cosas; y finalmente según el lugar, lo que correspondería a la traslación.

El lugar es el límite del cuerpo continente en cuanto se halla contiguo al contenido. El tiempo, al igual que el espacio o lugar, se encuentra estrechamente ligado al movimiento. Cuando no percibimos un movimiento o cambio tampoco percibimos el tiempo. El alma es la conditio sine qua non del tiempo ya que es el principio espiritual numerador y la condición de posibilidad de la distinción entre el número y lo numerado.

El mundo físico, ámbito de estudio de la ciencia física, está dividido para Aristóteles en dos: el mundo sublunar en el cual vive el hombre, caracterizado por todas las formas de cambio; y el mundo supralunar o celestial en el que se encuentran los astros, caracterizado por un único movimiento local, el movimiento circular. La diferencia entre estos dos mundos es la materia que los compone. El mundo sublunar está compuesto por la potencia de los contrarios suministrada por los cuatro elementos (tierra, agua, aire, fuego). Mientras que el mundo supralunar está compuesto de éter, elemento no engendrado, incorruptible e inalterable, que solo posee la potencia de pasar de un lugar a otro, es decir que solo es susceptible de un movimiento local.

La matemática tiene por objeto de estudio cosas que no son reales sino que son entes de razón abstraídos por nuestra razón a partir de las cosas sensibles. Tienen cierto grado de realidad aunque dicha realidad dependa de la inteligencia humana. Solo subsisten en acto en nuestras mentes.

Los seres animados se distinguen de los seres inanimados en que poseen un principio que les otorga vida, el alma. Las funciones fundamentales de la vida pueden agruparse en tres grupos: la vida vegetativa caracterizada por el nacimiento, la nutrición y el desarrollo; la vida sensitiva-motora, determinada por la sensación y el movimiento; y la vida racional definida por el conocimiento, la deliberación y la elección. Aristóteles va a introducir esta división de almas correspondiendo la vida o alma vegetativa a las plantas, las vidas o almas vegetativa y sensitiva a los animales, y las vidas o almas vegetativa, sensitiva y racional al hombre. La sensación es la asimilación de la forma de un objeto sensible. Por otro lado la inteligencia es la capacidad y potencia para captar las formas puras.

Las ciencias prácticas hacen referencia a la conducta de los hombres y al fin que se proponen alcanzar ya sea como individuos o como miembros de una sociedad política. Todo hombre busca la felicidad y esta se halla en el Bien supremo que consiste para el hombre justamente en la perfección del hombre en cuanto hombre. El hombre que quiere vivir bien y ser feliz debe vivir de acuerdo a lo propio del hombre, es decir, de acuerdo a la razón. La virtud es término medio y se va a adquirir mediante la repetición de una serie de actos sucesivos con lo cual podríamos definir virtud como hábito. La razón va a ser la que va a indicar cuál es la justa medida entre el exceso y el defecto.

Así es que Aristóteles habla de virtudes dianoéticas. En otras palabras, la perfección del alma racional en cuanto tal. Estas virtudes son fundamentalmente dos: la prudencia, que consiste en dirigir bien la vida del hombre, haciendo referencia al ámbito práctico; y la sabiduría, que no es otra cosa que el conocimiento de aquellas realidades que están por encima del hombre, haciendo referencia al ámbito teórico. Para ser buenos, va a decir este filósofo griego, hay que elegir el verdadero bien, no el aparente, estableciendo los medios necesarios para alcanzar dicho bien. Por esto se dice que su ética es finalista.

El hombre además de conocer y practicar el bien es también un animal político. Para Aristóteles el bien del individuo es de la misma naturaleza que el bien de la ciudad, de la polis. Es intrínseco y natural al hombre vivir en sociedad con otros hombres. Y va a decir: “Quien no puede entrar a formar parte de una comunidad, quien no tenga necesidad de nada y se baste a sí mismo, no es parte de la ciudad, es una fiera o un dios”.

Aristóteles va a proponer tres formas de gobierno y sus respectivas desviaciones. El gobierno de uno solo, la monarquía, y su desviación, la tiranía. El gobierno de unos pocos, la aristocracia, y su desviación, la oligarquía. Y el gobierno de la mayor parte de los hombres, la politeia, y su desviación, la democracia. Las formas de gobierno correctas son tales porque se gobierna de acuerdo al bien común, mientras que las desviaciones son tales porque se gobierna de acuerdo al interés propio del o los gobernantes. La finalidad del Estado es moral y consiste en perfeccionar al hombre en cuando ser racional.

(Continuación: El maniqueísmo, algunas notas características)

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Jean-Paul Sartre, ser-en-sí y ser-para-sí

Agora (2009). Filosofía, religión y género.

El "ser para la muerte" en la filosofía de Martín Heidegger