La imaginación olvidada

Muchacha en la ventana - S. Dalí

"...la estrechez de miras y la intolerancia de la gente sin imaginación son igual que parásitos. Provocan cambios en el cuerpo que los acoge y, mudando de forma, se reproducen hasta el infinito". 
Haruki Murakami 

Muchas veces nos olvidamos de la importancia de la imaginación en nuestras vidas como seres humanos. La infravaloramos y a veces también la despreciamos. Quizás porque la damos por sentado. La imaginación, aquella facultad cognoscitiva del alma sensitiva, según los clásicos, es un elemento indispensable a la hora de hacer ciencia, por ejemplo. Es a través de la imaginación, y gracias a ella, que el científico puede elaborar una hipótesis que luego deberá ser contrastada empíricamente o demostrada racionalmente. Es también a través de la imaginación que el hombre puede intentar dar respuestas, o al menos ensayarlas, a problemas que se le presentan en la vida cotidiana, desde lo más simple a lo más complejo. Es gracias a la imaginación que aprendemos. Pensemos por ejemplo como aprendimos los números y las operaciones básicas. Imaginando manzanas, naranjas, etc. y como las manzanas se suman con las manzanas y las naranjas con las naranjas.

La imaginación juega un papel muy importante en nuestras vidas. Es la que nos permite soñar y proyectar nuestros deseos, la que nos impulsa a buscar, explorar y conocer. La imaginación incentiva la curiosidad. Desde la literatura y las diversas expresiones artísticas la imaginación nos permite volar a otros tiempos y lugares, a cualquier parte. Nos transporta a situaciones idílicas que nos dejan escapar un poco de la realidad que algunas veces nos agobia. Gracias a ella es posible moverse sin moverse, envejecer sin envejecer, ser feliz sin serlo, sufrir sin sufrir verdaderamente, etc. Pensemos por un momento en las aventuras de Julio Verne en las que sus personanes iban hasta la luna y volvían, o se sumergían en las profundidades del océano o del centro de la tierra, mucho antes de que algunas de estas hazañas fuesen posibles. Y nosotros, lectores, acompañabamos a Verne y a Barbicane, al Capitán Nemo y a Lidenbrock, a través de la imaginación, en todas estas aventuras. Todas las grandes creaciones artísticas han pasado primero por la imaginación de sus creadores para luego ser plasmadas en la realidad material del mundo en el que habitamos.

Para la filosofía moderna la imaginación ha sido una herramienta importantísima. Ha sido a través de ella que los pensadores han creado sus sistemas filosóficos, aunque siempre tratando de dar respuesta a problemas concretos de la realidad. Es que la imaginación nos da una cierta libertad que trasciende el espacio y el tiempo en el que estamos de alguna manera contenidos. La imaginación nos da alas, suelta, libera nuestro intelecto y nuestros deseos y nos transporta a un lugar sin consecuencias reales, a un lugar en el que podemos soñar libremente lo que queramos. Un sitio en el que podemos jugar a lo que nos plazca. Un momento en el que, en alguna medida, seguimos siendo niños. No olvidemos que fue gracias a la imaginación que nos entretuvimos muchas veces en nuestra niñez. Con un palo de escoba podíamos hacer un caballo, o con unas maderitas...
...y nuestras manos crear en el patio de casa una pista de carrera y jugar a los autitos. Esto me lleva a pensar en la carencia que los más jóvenes y los niños de hoy, tienen con respecto al desarrollo de esta facultad tan importante.

Quizás la muerte, o más precisamente el eclipse de la imaginación, es una de las peores consecuencias, entre varias, del imperio de la técnica y la caída de los grandes relatos en nuestro tiempo. En la exclusividad de la praxis, en la aceleración de los tiempos en los que vivimos, en la vorágine del instante, la mutación continua y los avances tecnológicos, es imposible el momento para la imaginación en su plenitud, para la riqueza de la libertad de pensamiento, para la creatividad, para la reflexión crítica. La pasividad del receptor le está ganando a la actividad del "imaginador", de aquel que en soledad, leyendo un escrito, escuchando música o simplemente sentado en un banco de una plaza, deja volar su pensamiento y se imagina un mundo mejor. Por suerte todavía quedan algunos que aun sueñan con un mundo mejor, que imaginan nuevas maneras de vivir, maneras más humanas, más dignas y más justas. Despertar la curiosidad e incentivar la imaginación en los niños y jóvenes de hoy tal vez sea uno de los más grandes desafíos de la educación contemporánea.

Haciendo referencia a las palabras de Murakami con las que comencé este post diré que los hombres sin imaginación son como robots, como autómatas carentes de vida, a la vez que violentos y agresivos  en su trato, supuestos poseedores de la verdad, o al menos así lo creen ellos, e intolerantes y falsos en su manera de relacionarse. La falta de imaginación es uno de los males de nuestra época que se enmienda imaginando. Seamos libres, abramos nuestras mentes. Imaginemos más entonces.


Comentarios

  1. Estoy de acuerdo!
    De hecho hace poco escribí también un articulillo menos profesional pero con la misma idea. La gente piensa que madurar únicamente es desembarazarse de todo lo que nos pueda asemejar a un niño y es ahí donde nos equivocamos. Deseamos echar de nuestro ser a muchos adjetivos que si bien pueden ser utilizados para definir un niño, como en este caso la imaginación, también lo pueden ser par definir al ser humano.

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  2. No solo somos lo que somos sino también lo que fuimos. Gracias, Alejo, por tu lectura y comentario. Felices Fiestas!!!

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