Francisco, nuevos tiempos y la misma tarea de la filosofía


Cuando los ojos del planeta entero, creyentes y no tanto, cambian de foco y apuntan directamente al “fin del mundo” pareciera ser que se avecina un cambio de paradigma. Hay algo diferente en el aire. Quizás un poco de eso diferente que se percibe sea, justamente, la mirada curiosa del otro. El mundo en este momento mira hacia Roma y tornando su mirada hacia aquí se pregunta ¿De dónde viene ese que ahora dirigirá la Iglesia? ¿América…? ¿Latinoamérica…? ¿Argentina…? 

Con cada hecho que acontece las posibilidades que se plantean son grandes, y pareciera que es tiempo de oportunidades, muchas y probablemente provechosas, para estos rincones del mundo. Cosa curiosa esto de pensar la pléyade de posibilidades que se presentan en nuestro camino y las decisiones que habremos de tomar para conducirnos de la mejor manera posible hasta alcanzar una meta que, sin ser el final del recorrido, simplemente marca la senda, orienta y sirve de guía. 

El fin último y la principal preocupación de la filosofía es, y ha sido siempre a mi criterio, la persecución de la felicidad para la humanidad. Si la filosofía no nos ayuda a construir y/o conquistar la felicidad para el ser humano entonces no es más que esterilidad fatua. Discursividad muerta, eco de ideas que tal vez tuvieron su sentido en algún momento de la historia pero que murieron en la reverberación estertórea de la repetición.

El cambio siempre es bueno, no en el sentido del progreso, ya que, por ejemplo, puede ser un cambio de una situación buena a una mala, sino en el sentido de renovación, de apertura de posibilidades para la sorpresa. Cambiar implica movimiento, el movimiento es vida, y la vida es buena. Cantemos y bailemos diría Nietzsche. La filosofía es una forma de celebrar la vida. Una de las tareas más importantes de la filosofía, por no decir la más importante, es precisamente...
...el posibilitar la celebración de la vida y, en consecuencia, la vida misma. Esto es, construir y reconstruir la realidad a partir de lo que somos y tenemos sin conformarnos con eso sino que, al contrario, apuntando y apostando a un ideal realizable.

Posibilitar la vida implica el respeto por las diferencias y la tolerancia. De allí que se necesite del diálogo continuo y edificante, del cuidado minucioso y delicado de la libertad que abre el panorama a la multiplicidad de posibilidades. La posibilidad es exactamente eso, libertad. Sin posibilidad no hay libertad sino destino, determinación y esclavitud, monólogo, imposición y violencia. Y de estas cosas el mundo ya sabe demasiado. La cuestión sería, entonces, el posibilitar la posibilidad, el abrir horizontes y caminos, para poder elegir el que mejor nos convenga. 

Entiendo que con la elección del nuevo Pontífice de la Iglesia Católica, el Papa Francisco, primer Papa americano y más particularmente argentino, se produce un giro copernicano en la perspectiva de la Iglesia, es decir, en la manera en que mira y se presenta la Iglesia al mundo entero. Seguramente no se produzcan cambios profundos o radicales, pero si se producirán, y de hecho ya se han comenzado a producir desde el mismo momento en el que el nuevo Papa  se asomó por el balcón de la Basílica de San Pedro, cambios significativos en la dirección de la Iglesia. Sería necio negar que esto no tenga repercusiones geopolíticas en el mundo entero, y sobre todo y más particularmente en Nuestra América, independientemente de los credos que se profesen, las ideas que se persigan y los ideales y valores que se promuevan. 

Tengo la sensación de que estamos viviendo tiempos curiosos, tiempos de transiciones, de cambios y renovaciones. Tal vez estén llegando los “cambios de aires” que había anunciado uno de los sucesores del Papa Francisco, el beato Juan XXIII en la apertura del Concilio Vaticano II a mediados del siglo pasado. 

El tiempo es transcurrir, por eso no nos queda otra que esperar y ver. Los hechos hablaran por sí mismos. Todo cambio genera resistencia. Espero sinceramente que la resistencia no sea más grande que la fuerza de renovación y podamos movernos como humanidad toda a una situación mejor de la que estamos en este momento. 

Comentarios

  1. Muy interesante Armando! Y me lleva a pensar si tenemos que esperar a que se produzca un cambio importante o tomar algunos pequeños cambios y modos del nuevo papa, y realizar un pequeño cambio cada uno de nosotros...
    Abrazo Grande! Mariano Olmos

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  2. Mariano, antes que nada gracias por tu lectura y comentario. Con respecto a lo que decís, me parece que el cambio de la "cabeza" cambia al resto de sus miembros... así que esos pequeños gestos que está teniendo el nuevo Papa ya son significativos. Independientemente de si son grandes o pequeños cambios, lo interesante es el cambio en sí mismo, la apertura y flexibilidad que abre a variadas posibilidades, entre las cuales se encuentran simplemente permanecer o emprender un nuevo rumbo hacia nuevas posibilidades. En fin, esto recién empieza. Nos estamos viendo. Un abrazo.

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  3. Hola Armando, primero me encantó este artículo me parece que diste en el blanco con respecto al cambio de mirada del mundo con respecto a la elección de un Papa americano y argentino. también me parece muy interesante lo que dijo la hermana de Francisco I, que Iglesia somos todos y que si no cambiamos nuestras propias actitudes en pos de la amabilidad y el diálogo el Papa solo no podía cambiar nada. Quizás los gestos que ya estamos viende de este Papa nos llegan porque siempre para los latinos Roma nos quedó lejos no solo geográficamente, sino simbólicamente. El mundo entero con los ojos en América es muy fuerte pero también nos hace visibles... bueno en fin me encantó lo que escribiste muyyyy bueno

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  4. Coincido con Mariano en que tu post Armando es interesante! Creo y apuesto en la multiplicación de los pequeños gestos del Papa Francisco, gestos si bien pequeños, significativos en su origen austero.
    Vanesa R.

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  5. Mabel y Vanesa R. gracias por su lectura y comentarios. El simple hecho de que estemos viendo un cambio a la vez que la posibilidad de cambio ya es algo para celebrar. Saludos.

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  6. Creo que a estas alturas, ya muchos se dieron cuenta de que el cambio que predica Fransisco desde un inicio ya se está haciendo realidad. Dejando a un lado las reformas en camino a la estructura del Vaticano, me parece más importante la Reforma que Fransisco quiere hacer a la Iglesia desde el corazón de cada uno de los cristianos-católicos. Me parece acertada la postura del Papa en cuanto el lugar desde donde quiere iniciar esta "revolución". ¿De dónde más podría surgir un cambio total en la Iglesia, sino desde el corazón de los hombres? Y eso lo hace el Papa, en sus homilías diarias, sus audiencias, sus gestos, etc.

    Saludos desde México

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  7. Adrián, gracias por tu lectura y comentario. Considero al igual que tu que el hombre concreto es un buen lugar para comenzar a hacer cambios. Y evidentemente esto llevará su tiempo. Saludos.

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