Algunas reflexiones en torno a la "Libertad" y a la "Igualdad".
Existen dos problemas fundamentales para comprender, a mi criterio, varias cuestiones contemporáneas. Estos son el problema de la libertad y el de la igualdad. La libertad es considerada hoy en día como "vale todo". Según esto el hombre es libre para hacer lo que le parezca, lo que le venga en gana, simple y llanamente. Para esta libertad no hay límite ni oposición que valga. De hecho, todo límite será considerado entonces como una represión, como un acto de violación de este derecho inalienable. Ahora bien, esta cuestión de la libertad se encuentra estrechamente asociada al tema de la igualdad.
Así como la libertad se encuentra sobrevaluada, o mal entendida, de la misma manera se considera a la igualdad como algo más allá de toda diferencia. No queremos decir con esto que la libertad y la igualdad no tengan valor, sino todo lo contrario. Ambas, correctamente comprendidas tienen valor por sí mismas.
Pareciera ser que todos somos iguales y de fondo estuviera operando el principio de identidad. Todos somos iguales, pero, ¿en qué consiste esta igualdad? He aquí el quid de la cuestión. Si ligeramente...
...planteamos el tema de la igualdad y a esta como fundamento de la libertad, no comprenderemos ninguna cuestión, eliminando por lo tanto toda diferencia, y con ella toda tolerancia. ¿Somos todos iguales? ¿Pensamos todos de la misma manera? ¿Tenemos todos los mismos gustos en cuanto a ropas, comidas, música, literatura o hasta equipos deportivos? Pues no, la respuesta es casi automática. Entonces cabe repetir la pregunta: ¿en qué consiste la igualdad? Este concepto surge con fuerza, o al menos aparece así en la historia, luego de la creación de los Estados modernos. Podríamos rastrear el concepto hasta la tradición judeo-cristiana, pasando por los romanos. "Somos todos iguales ante Dios los mortales".
Ahora bien, una vez destronado Dios en la modernidad, una vez eliminado, es borrado aquello ante el cual los hombres eran todos iguales. La igualdad de los hombres consistía justamente en ser creaturas creadas por Dios frente al mismísimo Dios creador de todas las cosas. Ser omnipotente, legislador y regulador de todas las relaciones humanas y naturales. Una vez que este ser es eliminado de toda reflexión, el hombre pierde completamente el horizonte.
A pesar, o como resultado de esto, trata de mantener cierto orden, para lo cual mantiene conceptos como el de igualdad. Mas la igualdad ya no está determinada por Dios. Los hombres ya no son más creaturas, son seres autónomos que existen, desean y deciden por sí mismos, independientes unos de otros, en otras palabras, distintos. Los hombres no existen de la misma manera, no desean ni piensan las mismas cosas y por lo tanto no deciden lo mismo. Entonces, una vez más, ¿en qué consiste la igualdad?
Los hombres, por el hecho de ser hombres y no un "hombre", son diferentes. Ahora, cuando son "hombres" se organizan, se agrupan en una sociedad, constituyen un Estado y se convierten en ciudadanos. De esta forma se vuelven todos iguales y esta igualdad viene dada por la ley, por la limitación y restricción del todo vale, del hacer lo que le dé la gana a cada individuo. Cada hombre, cada ciudadano es igual al otro exclusivamente en cuanto a los derechos y a las obligaciones que posee frente a la ley, y en nada más. A partir de aquí podemos observar las diferencias que menos que perjudicar, enriquecen la vida social, aportando aquello que al otro le falta, otorgando multiplicidad y complejidad al cuerpo social. Esta es la igualdad y la libertad moderna y lo que hemos heredado como hijos de la modernidad.
Armando, muy buena la entrada. Has planteado una cuestión, o algunas preguntas sobre una cuestión candente hoy. Habría muchísimo para analizar. Me parece que vos te has adentrado en la "ubicación" -"deconstructivamente"- del "concepto" de igualdad.
ResponderEliminarYo me pregunto si hoy, la "ley" sigue operando como principio igualador. O si, en cambio, hay múltiples "operadores" de la igualdad. Subjetivamente, tal vez sea de este modo. Vos, me parece que estás analizando qué sucede a nivel social, qué representaciones sirven para "producir" igualdad. En ese caso, me inclinaría a pensar que no son siempre las mismas, en toda sociedad, en todo momento, en todo grupo... como si esta igualdad emergiera a veces, o cada vez, acoplándose a algún acontecimiento, sea éste dramático, festivo, etc. Cuando sucede una catástrofe natural, por ejemplo, o una epidemia, "todos" somos iguales (aunque desde el ámbito de lo posible, porque a todos nos pudo haber pasado); cuando el equipo argentino sale campeón del mundo, "todos" somos iguales en tanto argentinos (salvo para quienes no les gusta ese deporte); "todos" entre comillas, relativamente... y otra vez, ¿qué es la igualdad? ¿es lo mismo que la identidad?
Otra estrategia es partir del presupuesto de que todos somos diferentes. Creo que esto está supuesto en lo que dije antes; partimos de la diferencia, y en algún momento se produce una "igualdad". Que ya no llamaría igualdad, sino conexión, vínculo, lazo, rizoma...
Mauro, muchas gracias por tus comentarios.
ResponderEliminarEn principio la "ley" sigue operando como principio igualador. Podríamos enmarcarla como un sistema de referencia del sistema social. Sin la ley que regule, es decir, orden las relaciones entre los distintos actores sociales, sería improbable, por no decir imposible la vida en sociedad.
Ahora, no apunto a ciertas representaciones, como podría ser el caso de la ley que produce o posibilita y mantiene determinada igualdad, sino a la misma igualdad como una representación. Como una noción creada con el fin de regular las relaciones entre los hombres. La misma noción de igualdad es, a mi entender, una creación necesaria del hombre luego de haber eliminado lo trascendente. Y la ley funcionaría como sistema de referencia indicándole al hombre su igualdad frente a otros hombres. Es por esto que si la ley desapareciera volveríamos a la época de las cavernas donde se cumpliría literalmente la sentencia darwiniana sobre la supervivencia del más apto. Hobbes diría que volveríamos al estado de naturaleza: "Homo homini lupus" ("el hombre lobo para el hombre"). La igualdad no es absoluta, ya que necesitamos una referencia para poder plantear la igualdad. Somos iguales... en relación a la ley. Somos iguales... en relación a una catástrofe natural... Somos iguales... en relación a determinados gustos. Pero en definitiva no somos iguales porque siempre quedará alguna diferencia. Y menos mal, porque si fuéramos iguales absolutamente, seríamos lo mismo. No podríamos estar dialogando sino que estaríamos reflexionando, en otras palabras sería un monólogo.
Si, claro, es la noción de igualdad como una representación al servicio o a los fines de... si, es eso.
ResponderEliminarEs decir, esta noción de igualdad, serviría para poner un freno a la licantropización del hombre, a la animalización salvaje. Lo "otro" de esto, lo distinto a esta animalidad, según lo expuesto, sería el diálogo, logos, razón de por medio.
Me pregunto, por un lado, si la única posibilidad de la palabra es albergar (modernamente) lo racional. ¿Qué lugar le queda al canto, al gemido, al grito, a las manfiestaciones lingüísticas ininteligibles? Este tipo de expresiones que quizá no sean "objeto" para la filosofía; pero que no pueden pasarse por alto en un análisis de lo social; es decir, también son canales, medios de establecer vínculos con otros. ¿Cómo un "sujeto" puede decir racionalmente su deseo, por ejemplo?
Por otro lado, cuando hablamos de esta pretendida igualdad, pareciera que de fondo está cierto interés por la propia conservación; es decir, puesto que vos y yo somos iguales, asegurar tus derechos es garantizar los míos.
No sé. Pareciera necesaria la noción de igualdad. O tal vez habría que encontrarle otro fundamento... O mantener la "igualdad" a nivel de simulacro: hagamos como si fuésemos iguales, para que no nos matemos entre nosotros, pero, sepamos que no somos tan iguales, sino, bastante diferentes.
No sé, no sé...
Es cierto, acuerdo totalmente con vos. Es una ficción necesaria. Pero no debemos olvidar la incoherencia actual de pregonar la diferencia a la vez que la igualdad. Los "diferentes" piden el reconocimiento de los otros, piden ser iguales. Pero acaso, ¿no lo son? ¿No tienen los mismos derechos? En la raíz de la mayoría de los planteos de las minorías excluidas se encuentra el principio de igualdad. Quizás otro concepto fundamental para dilucidar el tema pueda ser el de "reconocimiento". Reconocimiento del otro como diferente. Pero no con diferencias excluyentes sino con diferencias inclusivas. En la diversidad esta la riqueza, no en la mismidad de lo idéntico. La igualdad es necesaria, pero pregunto: ¿De dónde nos viene? Y luego, ¿a dónde no lleva? Este principio puede ser a la vez inclusivo y excluyente.
ResponderEliminarMuy interesante tu publicación e iniciativa por crear este espacio para el libre intercambio de ideas, en cuanto a la igualdad jurídica de las personas, me parece que podría hablarse de ella en un ámbito meramente objetivo de la ley, pues los operadores de la misma, en la práctica, hace distinciones importantes, por ejemplo, respecto de una persona con recursos economicos elevados y otra que no los tenga, si ambas son arrestadas por así decirlo, el trato que se les dará es diferente, ojo y en todo sistema penal se establece que al presunto imputado debe darsele un trato coherente digno de una persona, sin embargo, ese trato es reservado para pocos, bueno al menos en el país "tercer mundista" de donde escribo, la igualdad es entonces utópica como las normas juridicas o la ley,uno nunca va a mirar una ley abstracta caminando por la calle, y uno nunca vera la igualdad en abstracto caminando también, lo que vemos son los comportamietnso de las personas y en esa medida, lo único que queda es evaluar su una persona A dio un trato igualitario a una persona B respecto de otra persona C, incluso nosotros para evaluar si el trato fue igualitario o no recurriríamos a nuestro concepto de igualdad. A fin de concluir este tema considero que el concepto de igualdad deriva y de la situación económica, educación, vivencia social y demàs de un determinado grupo de personas que podrìan tener un concepto similar, es decir la igualdad como concepto no es la misma para una persona de clase económica D que para una persona de clase económica A, por asì decirlo. Reitero muy interesante artìculo, disculpas por la ortografía es que estoy algo apurado. Saludos.
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