Sigamos diciendo NUNCA MÁS - Día Nacional de la Memoria.
De ciertos temas es difícil hablar, sobre todo de aquellos que han dejado una herida tan profunda en los corazones de aquellos que lo vivieron y todavía están para contarlo. Aun en la Argentina de hoy el hablar del golpe de Estado del ’76 es bastante complicado porque la misma cuestión es demasiado compleja a priori. Haré entonces un intento por resumir los puntos más importantes.
En la década del setenta en la Argentina se dio un fenómeno político que dejó profundas marcas en una sociedad ya golpeada otras tantas veces, la dictadura militar. El último golpe de Estado al que hago referencia se produjo el 24 de marzo de 1976 en contra del ya desgastado gobierno de María Estela Martínez de Perón, más conocida como Isabelita. Asumieron los militares el gobierno de la Nación autodenominando su accionar como “Proceso de reorganización nacional”. El país se dividió a grandes rasgos en dos, los partidarios de los militares y los denominados “subversivos”, quienes fueron sistemáticamente eliminados por parte del Estado, adquiriendo el nombre de “desaparecidos”. Pero “bajas” hubo de ambos lados aunque la historia reciente solo muestre una parte. No obstante convengamos que lo peor de todo fue el terrorismo de Estado. El mismo Estado que debería haber velado por el bienestar de sus ciudadanos.
En esta época oscura de la historia reciente del pueblo argentino se eliminaron los derechos civiles, la actividad política, se disolvió el congreso, se destituyó la Corte Suprema de Justicia, se intervinieron los sindicatos, se quemaron miles de publicaciones consideradas “peligrosas” o contrarias al “Proceso”, se censuraron las expresiones de los medios de comunicación, y finalmente se eliminó prácticamente una generación de jóvenes por medio del secuestro, la tortura y la desaparición. Y, como si esto fuera poco, se apropiaron de los hijos de los desaparecidos. Entre la mayor cantidad de desaparecidos se encuentran los obreros, los estudiantes y los docentes.
La pesadilla terminó finalmente luego del conflicto por Malvinas. Un último manotón de ahogado de un gobierno ilegítimo que ya había desangrado a su pueblo. El 10 de diciembre de 1983 el pueblo argentino renació con la democracia. Mucho había perdido en el camino. Para que esto no vuelva a suceder, debemos ser ciudadanos conscientes y participativos. Que no formen nuestra opinión sino que desarrollemos nuestra propia opinión. Para que nunca se vuelva a repetir esta era del terror no olvidemos nuestra historia, la historia completa, la que nos constituye y nos hace ser quienes somos, no la historia parcializada y recortada según ciertos intereses particulares. Por eso, uniéndome a muchos argentinos, en el Día Nacional de la Memoria digo, NUNCA MÁS.
En la década del setenta en la Argentina se dio un fenómeno político que dejó profundas marcas en una sociedad ya golpeada otras tantas veces, la dictadura militar. El último golpe de Estado al que hago referencia se produjo el 24 de marzo de 1976 en contra del ya desgastado gobierno de María Estela Martínez de Perón, más conocida como Isabelita. Asumieron los militares el gobierno de la Nación autodenominando su accionar como “Proceso de reorganización nacional”. El país se dividió a grandes rasgos en dos, los partidarios de los militares y los denominados “subversivos”, quienes fueron sistemáticamente eliminados por parte del Estado, adquiriendo el nombre de “desaparecidos”. Pero “bajas” hubo de ambos lados aunque la historia reciente solo muestre una parte. No obstante convengamos que lo peor de todo fue el terrorismo de Estado. El mismo Estado que debería haber velado por el bienestar de sus ciudadanos.
En esta época oscura de la historia reciente del pueblo argentino se eliminaron los derechos civiles, la actividad política, se disolvió el congreso, se destituyó la Corte Suprema de Justicia, se intervinieron los sindicatos, se quemaron miles de publicaciones consideradas “peligrosas” o contrarias al “Proceso”, se censuraron las expresiones de los medios de comunicación, y finalmente se eliminó prácticamente una generación de jóvenes por medio del secuestro, la tortura y la desaparición. Y, como si esto fuera poco, se apropiaron de los hijos de los desaparecidos. Entre la mayor cantidad de desaparecidos se encuentran los obreros, los estudiantes y los docentes.
La pesadilla terminó finalmente luego del conflicto por Malvinas. Un último manotón de ahogado de un gobierno ilegítimo que ya había desangrado a su pueblo. El 10 de diciembre de 1983 el pueblo argentino renació con la democracia. Mucho había perdido en el camino. Para que esto no vuelva a suceder, debemos ser ciudadanos conscientes y participativos. Que no formen nuestra opinión sino que desarrollemos nuestra propia opinión. Para que nunca se vuelva a repetir esta era del terror no olvidemos nuestra historia, la historia completa, la que nos constituye y nos hace ser quienes somos, no la historia parcializada y recortada según ciertos intereses particulares. Por eso, uniéndome a muchos argentinos, en el Día Nacional de la Memoria digo, NUNCA MÁS.
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