Doctor Angélico, Santo Tomás de Aquino (1225-1274)

Filósofo y teólogo dominico, nacido en Roccasecca, fue uno de los mayores, sino el mayor, exponente de la filosofía escolástica. Es también conocido como Doctor Angélico, de allí el título de este artículo. Su obra más conocida es la Suma Teológica.

Para Santo Tomás Dios es el origen y fin del universo encontrándose este último ordenado hacia la verdad. En esta afirmación se incluye la noción de creación y la de fin de los tiempos. De esta manera la ciencia más importante será la teología. Esta contiene todas las verdades acerca de Dios, tanto las reveladas como las obtenidas por la razón humana. La filosofía y la razón natural son útiles para conocer lo que ya se cree. Así, cualquier verdad cognoscible por la razón natural puede incluirse en la teología sin presentarse contradicción alguna ya que una sola es la verdad, a saber, Dios.

La filosofía debe comenzar con los datos proporcionados por los sentidos y analizarlos a la luz de ciertos principios, el primero de los cuales es el “Ser”. Otro es el caso de la teología que ha de comenzar por los datos que Dios le ha proporcionado al hombre por medio de la revelación. 

Según Santo Tomás existen cinco vías de demostración de la existencia de Dios:  


Las cinco vías parten de la observación empírica del mundo sensible utilizando la noción de causalidad para arribar a la causa primera que no es otra que Dios. Ahora, es necesario el salto de fe ya que sin esta se llega, por ejemplo al Primer Motor mas no a Dios.

De Dios decimos que es inmóvil e inmutable, omnipotente, necesario, perfecto, verdadero, bueno, inteligente, y que es el “Ser”. Pero no sabemos lo que Dios es, su esencia. Solo lo conocemos mediante negaciones de los atributos que conocemos y por la relación de Dios con las creaturas, en otras palabras, por analogía. La realidad divina sobrepasa la concepción humana de Él. Santo Tomás podrá atribuir a Dios...
...una simplicidad divina, es decir, que no se compone de materia y forma ni sustancia y accidente, además es idéntico a su esencia, lo que lo hace totalmente diferente al resto. Esencia y existencia son lo mismo en Dios. Dios es acto puro, puro Ser, Ser en sí. Ser es el más rico y comprensivo de todos los términos porque incluye todas las perfecciones. De allí que sea el atributo que más le conviene a Dios. A su vez el mismo se reveló como ser cuando dijo: “Ego sum qui sum” (yo soy el que soy).

La creación es el resultado de la libre decisión de la voluntad divina de compartir su perfección con los seres finitos. Pero valga la aclaración, Dios no necesita crear, no tiene necesidad alguna porque es perfecto, es decir, no carece de nada. El universo es bueno porque ha sido creado por un Dios bueno. Por lo tanto, el mal será la ausencia en un ser de lo que naturalmente debería poseer, es propio de las limitaciones de lo creado. El mal local será el resultado de la libre voluntad del hombre.

La duración temporal del universo dependerá, como la existencia de todas las cosas, de la voluntad divina. Santo Tomás dirá que solo podemos conocer algunas cosas mediante la revelación. Lo que sí sabemos es que el universo tuvo un principio y tendrá un fin.

En la creación existe, según este autor, una jerarquía de seres. En primer lugar los Ángeles, sustancias inmateriales o puramente espirituales; luego los hombres, parte espirituales y parte materiales; en tercer lugar, los animales y las plantas; y finalmente los cuatro elementos, a saber, fuego, aire, agua y tierra. Estas cuatro categorías de seres no son el Ser en sí, tienen límites porque poseen un factor limitador, esto es, su esencia, naturaleza o quididad.

La comprensión real de esencia y ser se sigue del hecho de que toda creatura recibe tal “ser” de Dios de acuerdo con la medida de su esencia. Valga la aclaración, esencia es aquello que hace que la cosa sea eso y no otra. La existencia es lo más íntimo de cada cosa y lo más fundamentalmente presente dentro de todas las cosas. No es un accidente de la esencia. De hecho, la esencia es un límite para el ser, pero en sí no es nada. Observemos a continuación el gráfico de la estructura de todo ente creado: 

El ente “es” por el esse y es “tal” o “cual cosa” por su esencia. La esencia indica la manera en que el ente ejerce el acto de ser. Crear significa entonces otorgar el “actus essendi” o acto de ser a las cosas.

El hombre es, para Santo Tomás, una sustancia física que se distingue de los otros cuerpos por ser viviente y racional. Decir sustancia física implica que está compuesto de una materia y de una forma sustancial o alma. El alma es la forma sustancial de todo ser vivo, es la fuente de su automovimiento y autodesarrollo. Además, en el hombre es la sustancia intelectual, incorruptible e inmortal. Gracias a su alma el hombre se ve enriquecido con las facultades, principios inmediatos por los que actúa. Estas facultades son: naturales, cognoscitivas y apetitivas correspondientes al alma vegetativa, al alma sensitiva y al alma racional. El hombre posee las facultades de estos tres tipos de alma; los animales solo las facultades del alma sensitiva y el alma vegetativa; finalmente los vegetales solo poseen las facultades del alma vegetativa. Miremos cuales son estas facultades en el siguiente cuadro:


Como en los clásicos, el punto de partida del conocimiento humano es la percepción sensorial. El intelecto agente abstrae las apariencias representadas en los sentidos interiores apartando lo universal de lo particular. El intelecto posible recibe lo universal, las formas de las cosas, teniendo dos funciones: aprehender las esencias abstraídas de las cosas sensibles y formar con ellas conceptos; y habilitar la capacidad de hacer juicios sobre los objetos aprehendidos. Los juicios son operaciones intelectuales básicas del hombre. Así como los conceptos se fundamentan en la esencia de las cosas, el juicio es relativo a la existencia de las cosas.

Para Santo Tomás la verdad será entonces la conformidad o adecuación del intelecto con la cosa, siendo una propiedad o característica del juicio, fundándose más en la existencia de las cosas que en su esencia.

En el orden moral el intelecto no está regido por el ser sino por la voluntad humana y su innata propensión hacia el bien. De allí que el bien sea la conformidad del intelecto con el propósito correcto. El objeto propio de la voluntad es el bien general aprehendido por la razón. La voluntad es la facultad por la que el hombre tiende hacia Dios y goza de Él cuando lo consigue, pero el hombre llega a Dios por su intelecto, es decir, por su conocimiento de Dios. La voluntad inclina al hombre hacia bienes particulares, en tanto que participan del bien universal, como medios para alcanzar dicho bien universal. El bien universal o Soberano Bien no es otro que Dios. En esta vida, va a decir este autor, es mejor amar a Dios que conocerlo, pero no podemos amar aquello que no conocemos.

La base de la moral es la naturaleza humana. Todo acto humano, esto es, libre y consciente, será bueno en la medida en que perfeccione al ser del hombre haciéndolo más semejante a Dios. Existen dos guías o caminos para realizar actos buenos. Por un lado las virtudes, hábitos operativos buenos, y por otro lado las leyes mediante el ordenamiento de la razón en vistas al bien común, promulgadas por quien tiene la responsabilidad del cuidado de la comunidad.

Existen tres tipos de ley. La ley eterna, primera y fuente de todas las leyes, regla divina con la que se rige todo el universo. La ley natural, la prescripción más general: haz el bien y evita el mal, es decir, las inclinaciones básicas de nuestra naturaleza humana. Dentro de esta ley natural se encuentran los preceptos fundamentales de: autoconservación de la propia vida, en otras palabras, la preservación de la existencia; la reproducción y conservación de la especie; y la vida en una comunidad cívica. Por último, la ley positiva, las leyes humanas promulgadas por el Estado, que aseguran una total adhesión a la ley natural.

Las nuevas doctrinas de Santo Tomás suscitaron la oposición de los teólogos de su tiempo acostumbrados al estilo antiguo. Fue atacado desde dos flancos: los averroístas latinos que negaban la nueva interpretación de Aristóteles; y los teólogos conservadores por creer que daba demasiada importancia al naturalismo de Aristóteles y de sus comentaristas árabes. Surgieron entonces los “correctivos” de las enseñanzas de Santo Tomás. Las controversias abarcaron una multitud de temas, los más importantes: la distinción entre esencia y existencia, la unidad de forma sustancial y la naturaleza de la iluminación divina.

Comentarios

  1. Armando: muy bueno el artículo, un esfuerzo interesante para sintetizar a Tomás de Aquino.
    Comento por acá porque en el blog no encuentro el espacio para hacer comentarios, no sé si no los veo, o si por alguna cuestión de mi navegador no se ...muestran, no sé.
    Recordaba algunas cosas mientras leía. Tengo entendido que Tomás dice que el primer principio del conocimiento humano es el ente, no el ser. En los primeros párrafos decís algo así.
    Otra cosa: En el cuadro de la “estructura ontológica del ente” (así le digo yo, no es que hayas puesto ese titulo, en el cuadro) según interpreto el cuadro, pareciera que los accidentes están como materia en relación a la sustancia que sería la forma; entiendo que eso no sería tan así; los accidentes también tendrían una forma, una esencia, de lo contrario, no serían “algo” (de hecho, se puede elaborar un concepto de un accidente); si están en potencia en relación a la sustancia, es en cuanto al esse, no en cuanto a la esencia (lo que Aristóteles decía “ser en sí” para la sustancia, o “ser en otro” para los accidentes). De la sustancia recibirían el esse que los haría existir como accidentes; por eso habría una forma sustancial, una esencia sustancial y una forma o esencia accidental.
    Abrazo!
    Mauro.

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  2. Mauro, gracias por comentar. Es cierto que al principio digo que el primer principio del conocimiento es el ser. Con esto he querido decir la existencia, es decir que algo es. La palabra precisa debería haber sido ente. Nuevamente te doy la razón con respecto al cuadro de la "estructura ontológica del ente". Ha sido un error mío al pasar el cuadro. Ya lo he arreglado para salvar el error.
    Gracias por las correcciones, a mí se me habían pasado. Esto es lo interesante de poder comentar. Saludos.

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  3. Buenísimo, esa flecha venía de sustancia, jajaja ahora entiendo!
    Gracias a vos por publicar!
    Abrazo.

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  4. Muy bueno el artículo, pero el cuadro de la estructura de todo lo creado, está, al menos para mi, bien difícil de entender... agradeceré si me lo envias via mail, pero con una terminología más simple.

    Gracias!!!

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