Doctor Sutil, Juan Duns Scoto (1266-1308)
Pensador escocés, franciscano, conocido también con el nombre de “Doctor sutil”. Propuso la noción de “univocidad del Ser” en vistas a posibilitar una ciencia trascendente a la física, a saber, la metafísica, siendo el punto de partida de esta última el Ser en su último grado de abstracción.
Ahora bien, según Duns Scoto el Ser se manifiesta en dos modos, el modo finito, correspondiente a la creación; y el modo infinito propio del creador, ya que, demostrar la existencia del Ser infinito es demostrar la existencia de Dios. Existen según este pensador dos momentos en la demostración de la existencia de Dios. En un primer momento encontramos la existencia de un primero en el orden del ser y descubrimos que ese primero es infinito. En un segundo momento surge la necesidad de establecer un primero y la necesidad de que ese primero exista. Esta prueba se fundamenta en dos propiedades del ser, la causalidad y la productibilidad.
Existe una relación entre los seres finitos y el ser infinito determinada por estas dos propiedades del ser. Lo posible procede de lo necesario por un acto de libertad del ser infinito, siendo primordial la libertad de la voluntad divina. Pero Dios no puede querer más que lo que es lógicamente posible. Esto significa que la voluntad divina y su libertad no son arbitrarias. Dios crea si quiere pero bajo la condición de evitar contradicciones. Su voluntad no está sometida a la regla del Bien porque la regla de Bien está sometida a Dios. Lo que Dios quiere es bueno simplemente porque Dios lo quiere.
El universal, para Duns Scoto, es un producto del entendimiento que tiene su fundamento en las cosas para evitar que todas las ciencias se reduzcan a...
...pura lógica. En contraposición, el individuo es hecceidad, es decir, acto último que determina la forma de la especie en la singularidad del individuo.
Como en los clásicos, para este pensador la inteligencia conoce y la voluntad quiere, es decir, manda los actos de la inteligencia, dándose una primacía de la voluntad por sobre el entendimiento.
Dios está por encima de sus ideas con el fin de hacer a Dios inaccesible y a la razón inútil. La suprema libertad de Dios, propia de las concepciones de los filósofos y teólogos de la baja edad media, separa a este de las creaturas convirtiéndolo en algo ininteligible para la filosofía y en última instancia para el hombre. De esta manera comienzan a separarse irremediablemente fe y razón, teología y filosofía.
Ahora bien, según Duns Scoto el Ser se manifiesta en dos modos, el modo finito, correspondiente a la creación; y el modo infinito propio del creador, ya que, demostrar la existencia del Ser infinito es demostrar la existencia de Dios. Existen según este pensador dos momentos en la demostración de la existencia de Dios. En un primer momento encontramos la existencia de un primero en el orden del ser y descubrimos que ese primero es infinito. En un segundo momento surge la necesidad de establecer un primero y la necesidad de que ese primero exista. Esta prueba se fundamenta en dos propiedades del ser, la causalidad y la productibilidad.
Existe una relación entre los seres finitos y el ser infinito determinada por estas dos propiedades del ser. Lo posible procede de lo necesario por un acto de libertad del ser infinito, siendo primordial la libertad de la voluntad divina. Pero Dios no puede querer más que lo que es lógicamente posible. Esto significa que la voluntad divina y su libertad no son arbitrarias. Dios crea si quiere pero bajo la condición de evitar contradicciones. Su voluntad no está sometida a la regla del Bien porque la regla de Bien está sometida a Dios. Lo que Dios quiere es bueno simplemente porque Dios lo quiere.
El universal, para Duns Scoto, es un producto del entendimiento que tiene su fundamento en las cosas para evitar que todas las ciencias se reduzcan a...
...pura lógica. En contraposición, el individuo es hecceidad, es decir, acto último que determina la forma de la especie en la singularidad del individuo.
Como en los clásicos, para este pensador la inteligencia conoce y la voluntad quiere, es decir, manda los actos de la inteligencia, dándose una primacía de la voluntad por sobre el entendimiento.
Dios está por encima de sus ideas con el fin de hacer a Dios inaccesible y a la razón inútil. La suprema libertad de Dios, propia de las concepciones de los filósofos y teólogos de la baja edad media, separa a este de las creaturas convirtiéndolo en algo ininteligible para la filosofía y en última instancia para el hombre. De esta manera comienzan a separarse irremediablemente fe y razón, teología y filosofía.
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