Baruch Spinoza, heredero del cartesianismo (1632-1677)

Nacido en Amsterdan en 1632, procedía de una familia judía procedente de España. De corte racionalista se impregnó de lo último de la filosofía y de la ciencia de su época. Leyó a grandes como Descartes, Hobbes, Bruno, entre otros. De entre sus obras más importantes podemos nombrar: Tratado Teológico-político y Ética demostrada según el orden geométrico. Heredero de Descartes por su planteo y por su intento de dar respuesta al problema de la incomunicabilidad de las sustancias (pensamiento y extensión).

Para este filosofo existe un primer principio, la sustancia única, infinita, primera realidad, en otras palabras Dios, siendo todo lo demás sustancias en el sentido derivativo del término. La inteligencia humana conoce solo dos atributos de la sustancia infinita, a saber, pensamiento y extensión, o res cogitans y res extensa como lo denominó Descartes, a pesar de que estos atributos se manifiestan en infinidad de modos. La unidad del pensamiento y la extensión en las cosas particulares se encontrarán en su origen, es decir en Dios, la sustancia única de la cual derivan todas las demás.

Dios deberá manifestarse en todos los modos posibles de manifestación, en infinidad de cuerpos e ideas. Las ideas pueden ser de los cuerpos, y si son seres vivos, estas ideas son sus almas. Todos estos modos posibles de manifestación son emanación necesaria de la esencia divina, con lo cual Spinoza entiende la creación como algo necesario, como emanación o derivación. Dios necesitará crearse, producirse en todas las manifestaciones modales posibles porque su esencia es existir. De esta forma se puede percibir cierto panteísmo en su pensamiento. Deus sive natura o la equivalencia entre Dios y la naturaleza.

Según Spinoza Dios es libre, y su libertad es la autonecesidad de su existencia. Solo él es autonecesario y autoexplicatorio. La diferencia entre Dios y lo creado es que Dios es una sustancia absoluta, única e infinita, respecto de los modos...
...relativos de existencia de las cosas "creadas". Es así que hablará de Dios o la sustancia divina y sus atributos como la natura naturans (o naturaleza naturante), y de la realidad creada o los modos finitos e infinitos como la natura naturata (o naturaleza naturada).

Habíamos dicho que el hombre podrá conocer solo dos de los infinitos atributos, pensamiento y extensión. Pues bien, estos modos de conocer estos atributos serán dos, la imaginación, cuyo objeto será la extensión divina o el mundo de las cosas, a partir de la cual se conformará la ciencia; y la razón, cuyo objeto será el pensamiento divino o la sustancia única.

La razon científica, cuyo fundamento como dijimos será la imaginación y su objeto la extensión, buscará ideas claras y distintas que sustenten la multiplicidad de los efectos sensibles, dependiendo de fuentes externas para conseguir sus datos. La ciencia intuitiva, cuyo objeto será la sustancia única, es decir, Dios, buscará dirigir la razon hacia sí misma donde podrá captarse como uno de los atributos divinos comprendiendo a su vez a su cuerpo como lo que es, extensión.

Las opiniones serán, para este pensador, fenómenos de conocimiento confuso, ámbito de las pasiones producidas por el cuerpo. Las pasiones fundamentales para Spinoza son tres, deseo, alegría y tristeza, siendo todas las demás pasiones combinaciones de estas tres. Por otro lado, y muy similar a lo propuesto por Descartes, la virtud será alcanzada cuando el individuo logre la dirección de sí mismo fundándose sobre ideas claras  y distintas.

Al igual que la realidad que está compuesta por pensamiento y extensión, el hombre estará compuesto por un cuerpo y un alma, extensión y pensamiento, debiendo coincidir precisamente. El alma deberá trabajar a través de los sentidos, la imaginación y la memoria, en otras palabras, con su cuerpo, para abarcar y conocer el mundo de las cosas.

Para Spinoza no hay libertad porque no hay voluntad ya que el mundo se rige por necesidad. Es así que habla de tres géneros de vida en relación a tres tipos de conocimiento. Estos géneros son: la servidumbre, en la cual el hombre es esclavo de sus pasiones; la libertad, en la cual el hombre entiende las cosas como derivadas de la esencia divina y transforma la pasión en acción; y la eternidad, en la cual el hombre, por medio de la intuición y el amor intelectual, conoce a Dios y así accede a la eternidad. La libertad consistirá entonces en comprender y aceptar la necesidad, mientras que la beatitud o felicidad radicará en la disolución del hombre en la infinitud de la sustancia divina.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Jean-Paul Sartre, ser-en-sí y ser-para-sí

Agora (2009). Filosofía, religión y género.

El "ser para la muerte" en la filosofía de Martín Heidegger