Una perspectiva inédita sobre lo uno y lo múltiple
Desde los orígenes de la filosofía el tema de la unidad y la multiplicidad ha perturbado el sueño de más de un pensador, sino el de todos. La primera pregunta que deberíamos hacer sería: ¿Cómo conoce el hombre? Y una respuesta podría ser, por medio de la reunión, a través de ciertos criterios, de la multiplicidad en una idea, es decir en una unidad. Naturalmente el hombre tiende a ordenar para poder conocer. No podemos conocer el desorden, lo múltiple sin orden, el caos.
El hombre tiene que tener o decidir algún criterio ordenador que le permita agrupar la multiplicidad de fenómenos que se le presentan para así, de esta manera, comprender la realidad. Realidad que los griegos denominaron “cosmos”, en otras palabras, un todo ordenado.
Desde Tales de Mileto el hombre ha tratado de descubrir o postular un principio que sea unificador de la realidad para que le sea posible comprenderla y transformarla. De esta manera tenemos a los primeros filósofos, los presocráticos que, si bien aun no se habían despegados completamente de lo físico, propusieron como primeros principios el agua, el aire, el fuego, lo indeterminado, los átomos, etc., hasta llegar a la categoría de Ser. La más abstracta de todas y por esto mismo la que más multiplicidad abarca, por lo tanto perfecta para agrupar todo lo existente dándole cierta unidad. Luego de estos primeros pensadores tenemos a Platón y Aristóteles quienes postulan como principios unificadores de la multiplicidad a la Idea y al ente, compuesto de materia y forma.
Los medievales, al fundamentar toda la realidad en un Dios creador, erigieron a Este en principio unificador de todo lo real. Dios es entonces principio y fin de todas las cosas. Todo viene de Él y a Él todo vuelve, es decir, Dios crea la multiplicidad y en Él se reúne nuevamente. En la baja escolástica algunos filósofos llegaron a decir que en Dios se encuentran todos los contrarios o, dicho de otra manera, aquellas cosas que en este mundo son contradictorias y opuestas, en Dios se encuentran conciliadas. En alguna medida sería un adelanto de lo que dirá Hegel con respecto a la dialéctica en la edad moderna.
El hombre moderno, al desembarazarse del mundo natural, de la realidad dada, y de la divinidad como autoridad soberana, buscó fundamentar la unidad de distintas maneras aunque todas tienen un mismo punto en común. El fundamento de la unidad para los modernos va a ser el “Sujeto”. La unidad dependerá entonces...
...exclusivamente del sujeto que en Descartes es sobre todo “Res-Pensante”, en Kant es “Sujeto Trascendental”, y en Hegel, culmen de la modernidad, es “Espíritu Absoluto”. La unidad es posible solamente gracias al hombre que reúne la multiplicidad por medio de categorías como es el caso de Kant.
La perspectiva radical e inédita se da en la contemporaneidad. Hasta esta época el hombre tendía a unificar la multiplicidad. Desde el antiguo hasta el moderno, de diferentes maneras y persiguiendo distintos intereses, trataron de dar sentido a la multiplicidad de fenómenos que se les aparecían. El contemporáneo no. El contemporáneo, o si se quiere más específicamente, el posmoderno, ha tenido una mala experiencia con la cuestión de la unidad. Mejor dicho, su pensamiento es el resultado de dicha mala experiencia.
El posmoderno ha visto que la cuestión de la unidad conduce a una postura irreconciliable con lo diferente. Y justamente por esto es una posición violenta. La unidad termina en una actitud absoluta y necesaria en torno a la verdad y al bien. Por tanto afecta a todos los órdenes de la vida. Desde la perspectiva de la unidad, van a decir, necesariamente tiene que haber una verdad que sea absoluta e intemporal, y lo más importante, que alguien posea esa verdad. Que ese alguien que es dueño de la verdad, no importa cuál sea, por ser dueño puede decidir que es verdadero y que falso, que justo e injusto, que bueno y que malo, etc. En definitiva tiene poder, y no cualquier tipo de poder, sino un poder absoluto. Una posición absoluta de estas características no admitiría disenso, diferencia, diversidad, sino al contrario, perseguiría la uniformidad y lo homogéneo. El resultado de este planteo fundamentado en una razón autónoma centrada en un sujeto absoluto como el de Hegel serán las guerras mundiales, las dictaduras latinoamericanas, las guerras por el poder y los recursos, los genocidios, la discriminación, la esclavitud, los campos de concentración, etc.
Por esto es que el posmoderno arremeterá contra esta razón, contra este planteo unificador. Desligándose de la tradición occidental en cuanto a la unificación de la realidad por medio de la unidad, el posmoderno buscará la multiplicidad, la diversidad. Mientras más diversa sea la realidad, mientras más focos de poder distintos haya, mientras más múltiple, fragmentada, disuelta, aligerada y adelgazada sea la realidad, mejor para el hombre. Porque de esta forma se asegurará que la razón totalitaria no tome el control nuevamente. Esta es la novedad. No más unidad, ahora multiplicidad, diversidad. El asunto es que si disolvemos, fragmentamos y adelgazamos tanto la realidad, disolvemos y fragmentamos al mismo hombre.
Lo único que le quedó al moderno fue su razón. Razón que fue divinizada de alguna forma por Hegel. Si al sujeto contemporáneo le quitamos la razón no le queda nada. Nunca mejor dicho, lo único que resta justamente es el silencio, la Nada.
El hombre tiene que tener o decidir algún criterio ordenador que le permita agrupar la multiplicidad de fenómenos que se le presentan para así, de esta manera, comprender la realidad. Realidad que los griegos denominaron “cosmos”, en otras palabras, un todo ordenado.
Desde Tales de Mileto el hombre ha tratado de descubrir o postular un principio que sea unificador de la realidad para que le sea posible comprenderla y transformarla. De esta manera tenemos a los primeros filósofos, los presocráticos que, si bien aun no se habían despegados completamente de lo físico, propusieron como primeros principios el agua, el aire, el fuego, lo indeterminado, los átomos, etc., hasta llegar a la categoría de Ser. La más abstracta de todas y por esto mismo la que más multiplicidad abarca, por lo tanto perfecta para agrupar todo lo existente dándole cierta unidad. Luego de estos primeros pensadores tenemos a Platón y Aristóteles quienes postulan como principios unificadores de la multiplicidad a la Idea y al ente, compuesto de materia y forma.
Los medievales, al fundamentar toda la realidad en un Dios creador, erigieron a Este en principio unificador de todo lo real. Dios es entonces principio y fin de todas las cosas. Todo viene de Él y a Él todo vuelve, es decir, Dios crea la multiplicidad y en Él se reúne nuevamente. En la baja escolástica algunos filósofos llegaron a decir que en Dios se encuentran todos los contrarios o, dicho de otra manera, aquellas cosas que en este mundo son contradictorias y opuestas, en Dios se encuentran conciliadas. En alguna medida sería un adelanto de lo que dirá Hegel con respecto a la dialéctica en la edad moderna.
El hombre moderno, al desembarazarse del mundo natural, de la realidad dada, y de la divinidad como autoridad soberana, buscó fundamentar la unidad de distintas maneras aunque todas tienen un mismo punto en común. El fundamento de la unidad para los modernos va a ser el “Sujeto”. La unidad dependerá entonces...
...exclusivamente del sujeto que en Descartes es sobre todo “Res-Pensante”, en Kant es “Sujeto Trascendental”, y en Hegel, culmen de la modernidad, es “Espíritu Absoluto”. La unidad es posible solamente gracias al hombre que reúne la multiplicidad por medio de categorías como es el caso de Kant.
La perspectiva radical e inédita se da en la contemporaneidad. Hasta esta época el hombre tendía a unificar la multiplicidad. Desde el antiguo hasta el moderno, de diferentes maneras y persiguiendo distintos intereses, trataron de dar sentido a la multiplicidad de fenómenos que se les aparecían. El contemporáneo no. El contemporáneo, o si se quiere más específicamente, el posmoderno, ha tenido una mala experiencia con la cuestión de la unidad. Mejor dicho, su pensamiento es el resultado de dicha mala experiencia.
El posmoderno ha visto que la cuestión de la unidad conduce a una postura irreconciliable con lo diferente. Y justamente por esto es una posición violenta. La unidad termina en una actitud absoluta y necesaria en torno a la verdad y al bien. Por tanto afecta a todos los órdenes de la vida. Desde la perspectiva de la unidad, van a decir, necesariamente tiene que haber una verdad que sea absoluta e intemporal, y lo más importante, que alguien posea esa verdad. Que ese alguien que es dueño de la verdad, no importa cuál sea, por ser dueño puede decidir que es verdadero y que falso, que justo e injusto, que bueno y que malo, etc. En definitiva tiene poder, y no cualquier tipo de poder, sino un poder absoluto. Una posición absoluta de estas características no admitiría disenso, diferencia, diversidad, sino al contrario, perseguiría la uniformidad y lo homogéneo. El resultado de este planteo fundamentado en una razón autónoma centrada en un sujeto absoluto como el de Hegel serán las guerras mundiales, las dictaduras latinoamericanas, las guerras por el poder y los recursos, los genocidios, la discriminación, la esclavitud, los campos de concentración, etc.
Por esto es que el posmoderno arremeterá contra esta razón, contra este planteo unificador. Desligándose de la tradición occidental en cuanto a la unificación de la realidad por medio de la unidad, el posmoderno buscará la multiplicidad, la diversidad. Mientras más diversa sea la realidad, mientras más focos de poder distintos haya, mientras más múltiple, fragmentada, disuelta, aligerada y adelgazada sea la realidad, mejor para el hombre. Porque de esta forma se asegurará que la razón totalitaria no tome el control nuevamente. Esta es la novedad. No más unidad, ahora multiplicidad, diversidad. El asunto es que si disolvemos, fragmentamos y adelgazamos tanto la realidad, disolvemos y fragmentamos al mismo hombre.
Lo único que le quedó al moderno fue su razón. Razón que fue divinizada de alguna forma por Hegel. Si al sujeto contemporáneo le quitamos la razón no le queda nada. Nunca mejor dicho, lo único que resta justamente es el silencio, la Nada.
Armando, como viene el planteo, lo que "se adelgaza" sería el Hombre, entendido o visto desde el ser, con una mirada ontológica; por eso, decis, si se sigue adelgazando, queda la nada (es decir, estás dentro del binomio ser-nada).
ResponderEliminarLo que me parece que sepuede preguntar en este punto, es si debajo, detrás, antes o pre al Ente Hombre, hay algo. ¿Qué queda?
Deleuze diría, hay "lo múltiple", y no la "multiplicidad", lo cual supondría moverse dentro de otro binomio, unidad-multiplicidad; lo múltiple que no está a la espera de ser subsumido a la unidad para adquirir su consistencia.
Y lo múltiple, en este sentido, es lo im-pensado, lo todavía no pensado, lo no representado; hay instancias pre-subjetivas, en un encuadre, digamos, anárquico...
Bueno, esto habría que desarrollarlo, pero como es un comentario... jajaja.
Has escrito un artículo con mucha claridad que me permite pensar y repensar lo supuesto.
Saludos!
Mauro, gracias por tu aporte. Resumiendo tu planteo, si no he entendido mal, quedaría de la siguiente manera: ¿hay realidad más allá del hombre? Y podría responder: puede que sí, puede que no. Nunca sabremos a ciencia cierta si hay algo más allá del hombre ya que lo que es, es "para" el hombre. Lo que conocemos es porque lo conocemos, si no lo conociéramos "para nosotros" no sería, o al menos no sabríamos de su existencia. Pensemos por ejemplo en América. Para el europeo del siglo XIV este continente simplemente no existía y esto fue así hasta que lo "descubrió". Probablemente eso que no conocemos, eso impensado, no representado, sea lo múltiple, porque justamente el hombre no lo ha ordenado. De alguna forma esto está expresado en Descartes cuando dice que los sentidos nos engañan. También en Kant cuando habla del "caos de las sensaciones" que deben ser ordenadas por las categorías de espacio y tiempo, categorías que pone el sujeto. Y finalmente en Hegel cuando lo que es, la totalidad de lo real, es "para el hombre" porque es él el que conoce. No podemos saber que hay más allá de nosotros mismos y de nuestro conocimiento, de nuestra capacidad ordenadora de mundo, porque no podemos sustraernos a nosotros mismos para alcanzar otra perspectiva. Quizás esa sea la intención posmoderna, multiplicar las perspectivas. La paradoja radica en que, en definitiva, la perspectiva sigue siendo la misma, el propio sujeto, el hombre. Y si se ataca a la razón de este sujeto se ataca la única perspectiva que hay, la nuestra.
ResponderEliminarSi, está implícito, la cuestión de si hay realidad más allá del hombre, en el sentido del sujeto moderno cuyas instancias describís.
ResponderEliminarPero cuando digo Hombre, me refiero a una construcción con pretensión de universalidad.
No creo que ciertas estrategias posmodernas sean -todas- las de multiplicar las perspectivas, sino, antes bien, "cambiar" esa forma de mirar, haciendo de esta no ya una mirada racional-ontológica.
En lo que me parece que plantea Deleuze, no es el SUJETO el que conoce. Vos decís "si se ataca a la razón de este sujeto se ataca la única perspectiva que hay, la nuestra"; sea nuestra o no, en este caso no importa, se presupone que solamente desde "la razón de este sujeto", se puede conocer. Lo que preguntaba antes es si hay conocimiento más allá o más acá del "sujeto" ("estrucutra", "sujeto trascendental", "lenguaje", etc., etc.), en el hombre singular, en un hombre. En este sentido sería pre-subjetivo (pero eso no quiere decir que lo pre-subjetivo no guarde relación de conocimiento para un hombre, es decir, no estoy hablando de la res, si no de lo impersonal, esquizo, múltiple). Y esto solamente puede ser leído como una pérdida para el singular humano, para un hombre concreto, sólo si a este movimiento hacia lo pre-subjetivo se lo inserta dentro de la relación ser opuesto a nada, o simplemente, si se lo mira desde una mirada ontológica, que refiera de alguna manera al Ser. Incluso en una concepción del ser análogo. Por eso Deleuze dice "anarquía", porque lo múltiple no está regido por ningún principio ni lógico ni ontológico ni psicológico, ni político...
El modo de acercamiento, de "conocimiento" de esto múltiple, no es ya la razón moderna, propia de un sujeto sustante; es, en cambio, el choque (no el golpe), las conexiones, los acontecimientos, las afectaciones. De esto sí que podemos saber sobre su existencia. Quizá si, a partir de esto también construyamos representaciones, o no, pero en todo caso, serán siempre otras, siempre nuevas, siempre rompiéndose y creándose otras más...
...y siempre las que le quepan al hombre.
ResponderEliminarPor más que desplacemos la razón y propongamos otros criterios, la cuestión sigue siendo la misma. El hombre y el mundo, "su" mundo y las relaciones que establece con él. Podemos relacionarnos con el mundo desde la razón, como plantearon los modernos o desde otros lugares. En última instancia podemos tener "conocimiento" de lo múltiple en tanto que se nos presenta, nos afecta y nos acontece, pero nunca en sí mismo. La realidad, cualquiera sea, está siempre mediada por el hombre, es producto del hombre. Ahora, si tenemos algún "conocimiento" éste ya dejó de ser anárquico, múltiple y ajeno al hombre.
quisiera que me explicaras posibles relaciones sobre logos, fuego, divinidad de Heraclito.Ycaracteristicas del alma aliento y aire cosmico de Anaximenes.Gracias me gusta mucho el material me es muy util para mi clase de filosofia
ResponderEliminarCuando Heráclito dice fuego, quiere decir logos y cambio. Logos significa antes que nada razón. El mundo tiene para los griegos un cierto orden racional que puede ser captado por el hombre. Ahora, todo está en movimiento, todo se encuentra en cambio continuo siguiendo una cierta lógica. Este cambio Heráclito lo representó con el principio fuego. Este es un principio activo que transforma la realidad de las cosas transformando el mundo. El fuego, como principio activo del cambio, y el logos, como orden racional del mundo, son principio divino, fundamento de la vida y en última instancia, fundamento de la realidad.
ResponderEliminarEl aire fue elegido por Anaxímenes por representar el aliento vital, la fuerza de vida, el alma que mueve a los seres vivientes. En griego psijé, alma, de allí la palabra psicología, por ejemplo. También pneuma, aire, de allí las palabras neumático, neumonía, etc. El aire, entendido de esta manera, va a ser la fuerza de vida, fuerza motora de todas las cosas, de todo lo existente, poniendo en movimiento el cosmos. Para profundizar sobre estos temas recomiendo: MONDOLFO, Rodolfo, El pensamiento antiguo. Espero haber sido de ayuda. Saludos.
por favor quien me puede decir quien creo esta obra
ResponderEliminar¿Qué obra?
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