Immanuel Kant (1724-1804) El idealismo trascendental (Segunda parte)

Para Kant hay objeto en tanto que un sujeto coloca o produce un objeto como objeto de conocimiento. Como habíamos dicho, el objeto no es noúmeno o cosa en sí sino que es fenómeno. Y por ser tal necesita necesariamente de un sujeto que lo constituya, que lo produzca. De allí que el conocer sea una actividad de síntesis, de unificación de lo múltiple, en la cual el sujeto atribuye al objeto caracteres que no le pertenecen a la cosa en sí produciendo el objeto de conocimiento. Estos caracteres son válidos cuando hacen referencia a lo sensible o al fenómeno sensible. El juicio presupuesto en todo acto de conocimiento, y por lo tanto en todo juicio, es “yo pienso”. 

Las formas puras de la sensibilidad, espacio y tiempo, no son conceptos sino que son intuiciones. El espacio es una intuición a prior que posibilita la experiencia externa del sujeto. Es la primera condición de ordenamiento de lo exterior y condición de objetividad de la experiencia. La ciencia fundamental que trabaja sobre el espacio es la Geometría. El tiempo es el supuesto de todo acontecimiento o fenómeno interno del sujeto a la vez que está presupuesto en la experiencia externa. Es necesario para que se dé el conocimiento  y la ciencia fundamental que trabaja sobre el tiempo es la Aritmética. 

En el entendimiento Kant ubica las categorías que utilizará el sujeto para relacionar fenómenos y constituir objetos de conocimiento a través de los juicios. El juicio será una actividad espontanea del entendimiento independientemente de la experiencia. Las categorías no se corresponden y por lo tanto no son causa del fenómeno aunque si del objeto de conocimiento. 

Los juicios pueden ser: según la cantidad: universales, particulares y singulares; según la cualidad: afirmativos, negativos e indiferentes; según la relación: categóricos, hipotéticos y disyuntivos; y según la modalidad: problemáticos, asertóricos y apodícticos. Las categorías son: según su cantidad: totalidad, pluralidad y unidad; según su cualidad: realidad, negación y limitación; según su relación: sustancia (accidentes), causalidad y comunidad; según su modalidad: posibilidad, existencia y necesidad. 

La intuición sin concepto es ciega, es como la materia sin forma, mientras que el concepto sin intuición es vacío, como la forma sin materia. La forma es el principio activo otorgado...
...por el entendimiento, mientras que la materia es el principio pasivo obtenido por medio de la sensibilidad, siendo la materia algo totalmente ajeno al sujeto.

El yo trascendental, expresado en el juicio anteriormente citado “yo pienso”, es la condición formal de todo conocimiento y la condición última de toda experiencia posible y de toda objetividad. El conocimiento es la síntesis entre la sensibilidad y el entendimiento, entre las intuiciones y las categorías siendo el intermediario el esquema trascendental. El esquema trascendental es un producto de la imaginación, una regla que permite captar en el tiempo una diversidad, ya que el tiempo nos permite dar unidad a la multiplicidad. El límite del conocimiento científico se encuentra en lo que no es experimentable. 

La Razón excede al entendimiento y va más allá de lo experimentable volviéndose problemática. Todo lo anterior corresponde al conocimiento objetivo, es decir, aquel que obtenemos de la relación entre el sujeto y el objeto. Ahora bien, también existe según este autor un conocimiento metafísico cuyo fundamento es distinto del de la ciencia y por esto su actividad no es sintética. Su fundamento son las ideas puras de la razón resultantes de su legítimo funcionamiento. Estas ideas son: Dios, idea asociada a la pregunta que se hacia la razón con respecto a qué le está permitido esperar; Hombre, idea asociada a la pregunta de qué puede conocer; y la idea de Mundo, asociada a la pregunta de qué debe hacer. 

La razón piensa, no conoce. Al pensar, piensa ideas más allá de la experiencia y al no poder conocerlas se vuelven problemáticas. Estas ideas funcionan según Kant por medio de la dialéctica trascendental, es decir de tesis y antítesis afirmándose y negándose constantemente sin ser ni verdaderas ni falsas. Esto es lo que este autor dio en llamar antinomias de la razón. 

Kant también habla del orden moral, es decir, de lo bueno y de lo malo. Lo bueno y lo malo dirá, no depende el acto en sí sino de la intención con la que obre el sujeto. Los actos voluntarios se rigen por los imperativos. Existen dos tipos de imperativos, los categóricos cuyo mandato está incondicionado, hay que hacer porque hay que hacer, es decir, el deber por el deber mismo; y los hipotéticos, cuyo mandato está sujeto a una condición. Los imperativos categóricos apuntan a la moralidad del acto, es decir, a la intención, voluntad o ánimo del sujeto que ejecuta el acto. En cambio los imperativos hipotéticos apuntan solo a la legalidad del acto. 

Por atenerse a la legalidad en lugar de a la moralidad, el hombre reduce el imperativo categórico en un hipotético colocándolo bajo una condición. Por ejemplo, el imperativo “no matarás” es un imperativo categórico que puede ser reducido desde la legalidad a un imperativo hipotético de la siguiente manera: “si matas, vas a la cárcel”. Queda claro entonces que al imperativo hipotético se le agrega una condición, en este caso, el temor a ser castigado. 

La ley moral según Kant es voluntad pura pudiendo ser autónoma o heterónoma. La moral del sujeto es autónoma cuando se da y se dirige por sus propias leyes, en otras palabras por la forma o los imperativos categóricos. La moral de sujeto es heterónoma cuando recibe la ley de otro sujeto, en otras palabras, se dirige por imperativos hipotéticos. 

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