Karl Marx (1818-1883) Capital y revolución
Pensador alemán nacido el 5 de mayo de 1818 y fallecido en la ciudad de Londres el 14 de marzo de 1883. De origen judío fue obligado a abrazar el protestantismo cuando era joven. Comenzó sus estudios de derecho en la Universidad de Bonn dejándolos más tarde para seguir filosofía en la Universidad de Berlín. Se doctoró en Jena en 1841 con un trabajo sobre la Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro. Es considerado el padre del marxismo y fundamento del comunismo.
Desde sus comienzos se sintió interesado por las cuestiones sociales de su época. Ya en París, 1844, conoce al que será su amigo, Friedrich Engels, con el que escribirá el Manifiesto del Partido Comunista. Otro de sus escritos más importantes es El Capital. Luego pasa por Bruselas, Colonia, y llega finalmente a Londres. Es en las salas de lectura del Museo Británico que escribe las páginas de El Capital.
Marx sale de la dialéctica hegeliana, de la “caja fuerte teórica” del sistema concebido por Hegel, introduciendo la dialéctica en el mundo real de los hombres. El marxismo no será, entonces, una nueva teoría sino una exigencia e instrumento de transformación del mundo desde sus mismos fundamentos. En otras palabras, praxis como solución a los problemas que la teoría no podía resolver. Su propósito fue, luego de leer a Hegel y a sus discípulos, terminar con el idealismo. “[llegué a] buscar la idea en la realidad misma”.
El ateísmo del que habla el autor no es una consecuencia de su pensamiento sino una premisa. Por lo tanto el hombre debe tomar conciencia que él es la divinidad suprema. Donde el creyente dice Dios, el filósofo dice hombre. La existencia de Dios, dirá Marx, es una existencia meramente imaginada, según Feuerbach es proyección ilusoria del hombre. De esta forma, la razón es atea, y en contraposición, la sinrazón es creyente. La tierra universal de la razón es la región donde Dios deja de existir.
El marxismo tiene una concepción de naturaleza y de hombre como un ser de necesidades a escala material que encuentra en la naturaleza el elemento de su satisfacción, relacionándose con ella mediante el trabajo. Ahora bien, el egoísmo induce a determinados hombres a adueñarse de la naturaleza y de los instrumentos de trabajo y producción teniendo como consecuencia el “pecado original”, esto es, la propiedad privada. La historia ya no es ascendente sino al contrario, descendente. El hombre no está por hacerse como en Hegel sino que ya está acabado y la historia lo ha ido destruyendo. Para recuperar al hombre en su plenitud habrá que dar vuelta el sistema. El comienzo será entonces la supresión de la propiedad por parte del proletariado.
La crítica marxista tiene por objeto la realidad de la “alienación”. No la conciencia como en Hegel sino el hombre concreto y real oprimido por el sistema capitalista. Alienación significa pérdida real del hombre, limitación. Por consiguiente, no se tratará de superarla sino de suprimirla.
Este pensador enuncia cuatro tipos de alienación, a saber...
..., religiosa, en la que el hombre le atribuye su propia esencia a Dios; filosófica, en la que el hombre se ocupa de la idea, de la teoría y no de la realidad que es la praxis; política, que funciona análogamente a la religiosa en la que el hombre se despoja de su esencia para atribuírsela a Dios, pero en este caso lo hace a favor de una entidad ideal, el Estado; y socioeconómica, alienación básica cuya supresión lleva consigo a las demás alienaciones.
La alienación política apunta hacia la idea de la humanidad sin Estado, una forma de sociedad que sea reflejo de la voluntad del pueblo. No bastará con abolir la religión para liberar al hombre sino que se acabará con esta servidumbre cuando se termine la servidumbre profana. El hombre se encuentra alienado cuando no se posee a sí mismo y el dinero, el capital, según este autor, es la esencia alienada del trabajo y de la existencia del hombre. El dinero es el dios de la necesidad práctica y del egoísmo siendo también el dios inconfesado del mundo burgués. Según Marx, entre el dios religioso y el dios profano hay una relación de causa-efecto.
La alienación religiosa será, por lo tanto, causa y efecto de una situación de injusticia. Pero siendo más efecto que causa, puesto que si no existiera la injusticia no existiría la religión como un paliativo para soportarla. Así es que es necesaria su supresión como dicha ilusoria para poder alcanzar la dicha real. Marx dirá que la religión es como un narcótico que ofrece al hombre la felicidad ilusoria al precio de negarle la real. Por esto es que su supresión es una condición previa para la liberación de la humanidad. La crítica de la religión es la premisa de toda premisa ya que “el hombre es para el hombre el ser supremo”.
Marx no puede suprimir a Dios sin conservarlo como un ideal de perfección humana. El hombre es un ser social y su esencia consiste en la relación con los demás. Una de las más importantes para este pensador son las relaciones socioeconómicas que le permiten satisfacer con los otros sus necesidades constitutivas. La economía explica a la teología y la religión existe porque el hombre todavía no controla racionalmente sus propias condiciones sociales de existencia.
La alienación filosófica radicará en la escisión entre teoría y práctica. La praxis ha de ser el criterio supremo de realización de la filosofía siendo esta la religión traducida a pensamiento. La teoría será entonces concebida como proyecto y, por consiguiente, incluida en la praxis como criterio de esta teoría. La verdadera realidad se encuentra solo en la praxis, en la actividad trasformadora del hombre sobre la naturaleza. Es en la praxis en donde el hombre comprueba la verdad. Decimos comprueba por que para este autor la verdad no consiste ya en la adecuación del pensamiento a la realidad sino en la realización del pensamiento. La verdad se hace, se construye en la praxis. La filosofía será entendida entonces no como conocimiento de la realidad sino como construcción de la realidad.
Dijimos, siguiendo a este pensador, que el hombre es un ser esencialmente social. La vida social es práctica porque es relación, mediada por el trabajo, del hombre con la naturaleza y con los demás hombres entre sí.
La alienación socioeconómica consiste en el enfrentamiento en la sociedad burguesa de dos tipos de hombres: el señor y el siervo. El obrero es el sujeto del trabajo alienado, trabaja para otros y por esto se pierde a sí mismo. Existen cuatro modos de alienación en el trabajo: el producto del trabajo que no le pertenece; el acto mismo de producción en el que el obrero no se pertenece; el ser esencial del hombre, su correcta relación con la naturaleza y con los otros; y la relación de los hombres entre sí, es decir, la relación rota entre el trabajador y el no trabajador. La propiedad privada es el alma de esta alienación y la raíz de las demás alienaciones. El proletariado, es decir la clase obrera, es el alma material de la revolución propuesta por Marx como abolición de este tipo de alienación.
Las mercancías tienen un valor de uso y uno de cambio. El valor de uso consiste en el valor que tienen las cosas en función de su utilidad, mientras que el valor de cambio es la relación cuantitativa entre un valor de uso y otro en un tiempo y lugar determinado, residiendo en la cantidad de trabajo empleado para producirlo. El dinero es la expresión universal del valor de las mercancías. Y la plusvalía radica en la obtención de una mayor cantidad de dinero del invertido en un primer momento. Es aquello que produce de más el obrero y que se queda el empresario.
El materialismo dialéctico hace referencia a la relación del hombre con la naturaleza y con los demás hombres. Es a la vez materialismo histórico ya que esta relación se da en el tiempo. El hecho histórico primordial es la actividad del hombre sobre la naturaleza para satisfacer su indigencia. La relación del hombre con la naturaleza es activa en la transformación. El hombre se hace a sí mismo rehaciendo, creando la naturaleza. El trabajo será el acto mediador entre el hombre y la naturaleza. En el proceso de producción el primer trabajo consiste en separar un objeto de su ambiente natural. El segundo trabajo reside en utilizar un objeto separado como medio para alcanzar un fin. Finalmente, el tercer radica en transformar el objeto en producto.
El fin último de la filosofía de Marx es la creación de una sociedad sin propiedad privada, sin clases, sin Estado, y sin una distinción entre individuo y sociedad. El medio para esto no es otro que la revolución, el cambio y la abolición de todas las alienaciones cuya raíz profunda, según este autor, es el capital, el dinero como expresión del egoísmo propio del ser humano.
Desde sus comienzos se sintió interesado por las cuestiones sociales de su época. Ya en París, 1844, conoce al que será su amigo, Friedrich Engels, con el que escribirá el Manifiesto del Partido Comunista. Otro de sus escritos más importantes es El Capital. Luego pasa por Bruselas, Colonia, y llega finalmente a Londres. Es en las salas de lectura del Museo Británico que escribe las páginas de El Capital.
Marx sale de la dialéctica hegeliana, de la “caja fuerte teórica” del sistema concebido por Hegel, introduciendo la dialéctica en el mundo real de los hombres. El marxismo no será, entonces, una nueva teoría sino una exigencia e instrumento de transformación del mundo desde sus mismos fundamentos. En otras palabras, praxis como solución a los problemas que la teoría no podía resolver. Su propósito fue, luego de leer a Hegel y a sus discípulos, terminar con el idealismo. “[llegué a] buscar la idea en la realidad misma”.
El ateísmo del que habla el autor no es una consecuencia de su pensamiento sino una premisa. Por lo tanto el hombre debe tomar conciencia que él es la divinidad suprema. Donde el creyente dice Dios, el filósofo dice hombre. La existencia de Dios, dirá Marx, es una existencia meramente imaginada, según Feuerbach es proyección ilusoria del hombre. De esta forma, la razón es atea, y en contraposición, la sinrazón es creyente. La tierra universal de la razón es la región donde Dios deja de existir.
El marxismo tiene una concepción de naturaleza y de hombre como un ser de necesidades a escala material que encuentra en la naturaleza el elemento de su satisfacción, relacionándose con ella mediante el trabajo. Ahora bien, el egoísmo induce a determinados hombres a adueñarse de la naturaleza y de los instrumentos de trabajo y producción teniendo como consecuencia el “pecado original”, esto es, la propiedad privada. La historia ya no es ascendente sino al contrario, descendente. El hombre no está por hacerse como en Hegel sino que ya está acabado y la historia lo ha ido destruyendo. Para recuperar al hombre en su plenitud habrá que dar vuelta el sistema. El comienzo será entonces la supresión de la propiedad por parte del proletariado.
La crítica marxista tiene por objeto la realidad de la “alienación”. No la conciencia como en Hegel sino el hombre concreto y real oprimido por el sistema capitalista. Alienación significa pérdida real del hombre, limitación. Por consiguiente, no se tratará de superarla sino de suprimirla.
Este pensador enuncia cuatro tipos de alienación, a saber...
..., religiosa, en la que el hombre le atribuye su propia esencia a Dios; filosófica, en la que el hombre se ocupa de la idea, de la teoría y no de la realidad que es la praxis; política, que funciona análogamente a la religiosa en la que el hombre se despoja de su esencia para atribuírsela a Dios, pero en este caso lo hace a favor de una entidad ideal, el Estado; y socioeconómica, alienación básica cuya supresión lleva consigo a las demás alienaciones.
La alienación política apunta hacia la idea de la humanidad sin Estado, una forma de sociedad que sea reflejo de la voluntad del pueblo. No bastará con abolir la religión para liberar al hombre sino que se acabará con esta servidumbre cuando se termine la servidumbre profana. El hombre se encuentra alienado cuando no se posee a sí mismo y el dinero, el capital, según este autor, es la esencia alienada del trabajo y de la existencia del hombre. El dinero es el dios de la necesidad práctica y del egoísmo siendo también el dios inconfesado del mundo burgués. Según Marx, entre el dios religioso y el dios profano hay una relación de causa-efecto.
La alienación religiosa será, por lo tanto, causa y efecto de una situación de injusticia. Pero siendo más efecto que causa, puesto que si no existiera la injusticia no existiría la religión como un paliativo para soportarla. Así es que es necesaria su supresión como dicha ilusoria para poder alcanzar la dicha real. Marx dirá que la religión es como un narcótico que ofrece al hombre la felicidad ilusoria al precio de negarle la real. Por esto es que su supresión es una condición previa para la liberación de la humanidad. La crítica de la religión es la premisa de toda premisa ya que “el hombre es para el hombre el ser supremo”.
Marx no puede suprimir a Dios sin conservarlo como un ideal de perfección humana. El hombre es un ser social y su esencia consiste en la relación con los demás. Una de las más importantes para este pensador son las relaciones socioeconómicas que le permiten satisfacer con los otros sus necesidades constitutivas. La economía explica a la teología y la religión existe porque el hombre todavía no controla racionalmente sus propias condiciones sociales de existencia.
La alienación filosófica radicará en la escisión entre teoría y práctica. La praxis ha de ser el criterio supremo de realización de la filosofía siendo esta la religión traducida a pensamiento. La teoría será entonces concebida como proyecto y, por consiguiente, incluida en la praxis como criterio de esta teoría. La verdadera realidad se encuentra solo en la praxis, en la actividad trasformadora del hombre sobre la naturaleza. Es en la praxis en donde el hombre comprueba la verdad. Decimos comprueba por que para este autor la verdad no consiste ya en la adecuación del pensamiento a la realidad sino en la realización del pensamiento. La verdad se hace, se construye en la praxis. La filosofía será entendida entonces no como conocimiento de la realidad sino como construcción de la realidad.
Dijimos, siguiendo a este pensador, que el hombre es un ser esencialmente social. La vida social es práctica porque es relación, mediada por el trabajo, del hombre con la naturaleza y con los demás hombres entre sí.
La alienación socioeconómica consiste en el enfrentamiento en la sociedad burguesa de dos tipos de hombres: el señor y el siervo. El obrero es el sujeto del trabajo alienado, trabaja para otros y por esto se pierde a sí mismo. Existen cuatro modos de alienación en el trabajo: el producto del trabajo que no le pertenece; el acto mismo de producción en el que el obrero no se pertenece; el ser esencial del hombre, su correcta relación con la naturaleza y con los otros; y la relación de los hombres entre sí, es decir, la relación rota entre el trabajador y el no trabajador. La propiedad privada es el alma de esta alienación y la raíz de las demás alienaciones. El proletariado, es decir la clase obrera, es el alma material de la revolución propuesta por Marx como abolición de este tipo de alienación.
Las mercancías tienen un valor de uso y uno de cambio. El valor de uso consiste en el valor que tienen las cosas en función de su utilidad, mientras que el valor de cambio es la relación cuantitativa entre un valor de uso y otro en un tiempo y lugar determinado, residiendo en la cantidad de trabajo empleado para producirlo. El dinero es la expresión universal del valor de las mercancías. Y la plusvalía radica en la obtención de una mayor cantidad de dinero del invertido en un primer momento. Es aquello que produce de más el obrero y que se queda el empresario.
El materialismo dialéctico hace referencia a la relación del hombre con la naturaleza y con los demás hombres. Es a la vez materialismo histórico ya que esta relación se da en el tiempo. El hecho histórico primordial es la actividad del hombre sobre la naturaleza para satisfacer su indigencia. La relación del hombre con la naturaleza es activa en la transformación. El hombre se hace a sí mismo rehaciendo, creando la naturaleza. El trabajo será el acto mediador entre el hombre y la naturaleza. En el proceso de producción el primer trabajo consiste en separar un objeto de su ambiente natural. El segundo trabajo reside en utilizar un objeto separado como medio para alcanzar un fin. Finalmente, el tercer radica en transformar el objeto en producto.
El fin último de la filosofía de Marx es la creación de una sociedad sin propiedad privada, sin clases, sin Estado, y sin una distinción entre individuo y sociedad. El medio para esto no es otro que la revolución, el cambio y la abolición de todas las alienaciones cuya raíz profunda, según este autor, es el capital, el dinero como expresión del egoísmo propio del ser humano.
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