El maniqueísmo, algunas notas características
El maniqueísmo fue una secta fundada por Mani (216-277) un sabio persa, del sirio: Mânî hayyâ, Mani el viviente. Mani nació en Babilonia y murió flagelado, acusado de socavar la religión oficial mazdeísta. Este sabio señalaba que su doctrina fue transmitida a la humanidad por Adan, Set, Enosh, Nicoteo, Noé, Sem y Abraham.
Esta corriente de pensamiento consiste en un sincretismo de las tradiciones hebreas, cristianas y zoroástricas con algunos elementos del budismo. Afirma que al principio había dos sustancias, la luz, que simboliza el bien, lo espiritual; y la oscuridad, que simboliza el mal, la materia. Estas dos sustancias son dos principios eternos e igualmente poderosos, sin nada en común y opuestas.
En la región de la luz hay cinco moradas o miembros de Dios, a saber, la inteligencia, la razón, el pensamiento, la reflexión y la voluntad. En la región de la oscuridad hay cinco abismos, estos son: el humo, el fuego, el aire, el agua y las tinieblas. El choque entre estos dos principios, luz y oscuridad, da origen al tiempo y al mundo, resultado de la ruptura de la primitiva dualidad y de la mezcla de estas dos fuerzas contrarias.
El presente será entonces el nombre de la época en la que todavía la mezcla persiste. El futuro será el nombre de la época en la que se habrá restablecido la separación definitivamente. Y el progreso del mundo y de la historia será el movimiento constante de desprendimiento del mal, la anarquía, la turbulencia y la violencia, por medio de la bondad, el orden y la paz.
El triunfo del bien sobre el mal no consistirá en la aniquilación de este sino en su relegación al reino que le es propio. De allí la importancia de la purificación en la ética maniquea.
Uno de los filósofos que tuvo contacto con este pensamiento fue San Agustín de Hipona.
(Continuación: Algo de la filosofía de San Agustín de Hipona (354-430))
La lucha entre el Bien y el Mal, entiendo.
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