Nunca más. No más atajos, no más desvíos.
Vivimos en una sociedad atravesada por múltiples factores que van moldeándola a los golpes, como el martillo al hierro sobre el yunque de la historia. Se torna complejo y arriesgado aventurar un “diagnóstico” sobre su situación actual y más aún una prognosis de su itinerario. No obstante, algunos de los “síntomas” que podemos observar en la cotidianeidad y en el espejo distorsionado de los medios de comunicación nos moviliza e interpela a decir algo sobre el tema como un argentino más. Hoy todo se encuentra como desdibujado, como marcado por la falta de un horizonte de sentido. Aquellos que se aventuran a vislumbrar un atisbo de verdad, muchas veces contaminado por intereses mezquinos, caen enceguecidos en el fanatismo como consecuencia de la falta de antídotos culturales y educativos que les prevengan de estos riesgos. Una vez secuestrados por la ideología y el fanatismo defienden a ultranza sus propias posiciones, apelando generalmente a valores democráticos y republicanos, utiliza